miércoles, 2 de julio de 2014

El canto al amor










¿De qué me sirve hablar lenguas humanas o angélicas?
Si me falta el amor, no soy más que una campana que repica o unos platillos que hacen ruido. 
¿De qué me sirve comunicar mensajes de parte de Dios, penetrar todos los secretos y poseer la más profunda ciencia?
¿De qué me vale tener toda la fe que se precisa para mover montañas? Si me falta el amor, no soy nada. 
¿De qué me sirve desprenderme de todos mis bienes, e incluso entregar mi cuerpo a las llamas? Si me falta el amor, de nada me aprovecha.

El amor es comprensivo y servicial;
el amor nada sabe de envidias,
de jactancias, ni de orgullos.
No es grosero, no es egoísta,
no pierde los estribos, no es rencoroso.
Lejos de alegrarse de la injusticia,
encuentra su gozo en la verdad.
Disculpa sin límites, confía sin límites,
espera sin límites, soporta sin límites.
El amor nunca muere. […]
Tres cosas hay que ahora permanecen:
la fe, la esperanza, el amor.
De todas ellas, la más grande es el amor.


1 Corintios 13

No hay comentarios:

Publicar un comentario